UNSERIAL
The religious theme, so recurrent in Ruben Alpizar creation, is only a pretext for the analysis of more generic ideas. It is not a questioning of religion or God, but of human conduct and the puzzles surrounding man in search of himself, in search of truth and the proper relation among all men.
The iconography employed thus results in a communicative route which opens doors to comprehend its own signals through world known thematic images like The Last Supper. Only this time the apostles have Christ as the main dish. From this theatrical performance it is possible to imagine the struggle for survival in this modern world in which some human beings end up devouring each other.
This cuban artist really masters what he wishes to express and the ways to do it. Owning an extraordinary skill (which captivates us especially in his wood works), he takes us by the hand through complex interpretive ways with subtle humor and exquisite formal treatment that draw us nearer to the art work, searching what is behind of that which is apparently told.
This is where we begin to know ourselves, where even sometimes powerful and scourging realities surprise and deeply hurt us. It’s here also where we become Saint Sebastian and bleed, realizing that Ruben Alpizar has known how to place another finger on the wound.
Lizet Fraga Mena, 1996
El tema religioso, tan recurrente en la creación de Rubén Alpízar, es sólo un pretexto para el análisis de otros más generales. Se trata, pues, no de un cuestionamiento de la religión o los dioses, sino de la propia conducta humana y de las problemáticas que envuelven a los hombres en la búsqueda de sí mismos, de sus verdades y en la propia relación con sus semejantes.
La iconografía utilizada resulta, entonces, una vía comunicativa que abre las puertas a la comprensión de sus propias señales a través de imágenes de temas universalmente conocidos como La última cena. Sólo que esta vez los apóstoles tienen como plato central al propio Cristo. Y en esta teatral representación cabe imaginar la lucha por la “supervivencia” en este mundo moderno en el que algunos humanos acaban por “devorar” a los otros.
Este artista cubano domina bien lo que desea expresar y cómo hacerlo. Dotado de un extraordinario oficio (que nos cautiva sobre todo n sus trabajos en madera), nos va conduciendo por complejos caminos interpretativos con sutil humor y exquisito tratamiento formal, que nos acerca a la obra en busca de aquello que está detrás de lo aparencialmente contado.
Es ahí donde empezamos a conocer y a conocernos, donde hasta a veces nos sorprenden poderosas y flageladoras realidades que nos duelen muy hondo. Es ahí, también, donde nos convertimos en San Sebastián y sangramos, sabiendo que Rubén Alpízar ha sabido poner otro dedo en la llaga.
Lizet Fraga Mena, 1996